Origen del Ave María

El Ave María, también conocida con ese mismo nombre en latín, es la oración de referencia a la Virgen María. Junto al Padre Nuestro, es una de las pocas oraciones conocidas por todos los católicos y rezada en todos los idiomas. La recitamos varias veces a la semana, y es la primera que viene a la mente cuando queremos agradecer o invocar a la Virgen. ¿Pero de dónde proviene?

¿Quién escribió el Ave María?

El Ave María, que hoy se reza en todos los rincones del mundo en diferentes idiomas, recibe ese mismo nombre Ave María de la traducción latina. Esta oración icónica de la religión católica tiene una particularidad: se compone de una alabanza y de una súplica. Estas partes tienen dos orígenes bien distintos.

La alabanza

"Dios te salve María llena eres de gracia

El Señor es contigo

Bendita Tú eres entre todas las mujeres,

y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús,".

Estas cuatro famosas líneas están tomadas del primer capítulo del Evangelio según San Lucas. La primera parte proviene de la Anunciación del ángel Gabriel a María: "El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo»", (Lucas 1: 28). Es la forma en la que el ángel saluda a la Virgen, mostrando respeto y confianza. Él le anuncia el nacimiento de Jesús, y María le responde con su célebre "Sí", que ha cambiado la faz del mundo.

Y la alabanza concluye con el texto que proviene del episodio de la visitación, también relatado en el evangelio según San Lucas. Isabel, llena del Espíritu Santo: exclamó: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!” (Lucas 1: 42).

La súplica

“Santa María, Madre de Dios
Ruega por nosotros pecadores.
Ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén."

La segunda parte del Ave María es una súplica, un pedido hecho a Dios por medio de la Virgen María, para que interceda por nuestra salvación. No se origina en las Escrituras y aparece más tarde que la primera parte en las oraciones de los cristianos.

Un poco de historia

La parte dedicada a la alabanza de María aparece muy temprano en la tradición cristiana. A partir del siglo IV, encontramos las siguientes oraciones en la liturgia de Santiago: "Salud, llena de gracia, el Señor está contigo, eres bendecida entre las mujeres y bendecido el fruto de tu vientre, porque has engendrado al Salvador de nuestras almas". La forma litúrgica de alabanza tal como la conocemos hoy se formuló en el siglo VII; también se la encuentra en los escritos de Juan Damasceno.
En los países occidentales, la parte de alabanza al Ave María es introducida oficialmente en la liturgia latina por el papa San Gregorio I, en el siglo sexto. Sin embargo, no se hizo popular hasta el siglo XI, con el nombre latino Ave María, cuando se convierte en la oración de la gente.
La segunda parte del Ave María aparece entre los siglos XII y XIV. La edad de oro del protestantismo no permitió que el culto a María se desarrollara. Los protestantes rechazaron las oraciones a la Virgen María. Sin embargo, la Contrarreforma en el siglo XV, un movimiento católico en reacción a la Reforma protestante permitió que el Ave María y el culto a María fueran un éxito rotundo. Esta oración se convierte en la oración más dirigida a la Madre de Dios.

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